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Cafeteros colombianos se retiran del mercado de Nueva York

Los productores están sufriendo su peor crisis en más de una década, después de que los precios de su café cayeran por debajo de un dólar la libra. Ahora quieren vender sus cosechas sin atarse a los precios del mercado.

La Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC) anunció el martes 25 de febrero que está explorando formas de vender las cosechas de sus miembros a precios que al menos cubran sus costos de producción.
Según datos de la FNC, los agricultores colombianos necesitan ganar 760.000 pesos (unos 240 dólares o 210 euros) por cada envío de 125 kilogramos (275 libras) al mercado internacional para cubrir los costos de producción. Pero los precios en febrero eran de 690.000 pesos por envío, y han rondado el dólar (0,88 euros) por libra en lo que va de año en Nueva York.

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En una entrevista con DW, el director general de la FNC, Roberto Vélez, apeló a los grandes compradores de café, insistiendo en que los cultivadores colombianos se quedaron «mendigando» a medida que la industria se enriquece.
«Mientras que la industria probablemente ha tenido los dos mejores años con  enormes ganancias, los caficultores, que son los eslabones más débiles de la cadena, están perdiendo dinero. Por eso queremos que los precios cubran los costos. No estamos diciendo que queremos precios de $4 o $5 por libra», plantea.
Vélez y la FNC ahora planean fijar el precio de los granos de café arábica colombiano entre $1.50 y $1.60 por libra, alegando que el mercado de Nueva York está demasiado ligado a la producción de Brasil y no toma en cuenta a los productores en Colombia o América Central.
El café del Brasil
Colombia es el tercer productor mundial de café después de Brasil y Vietnam. El año pasado produjo 13,6 millones de bolsas de café arábica lavado, un 4,5 por ciento menos que en 2017.
Alrededor de 540.000 familias dependen de la producción de café, y sus medios de subsistencia se ven gravemente amenazados después de que los precios bajaran de 1,50 dólares la libra a mediados de 2016 a tan sólo 0,98 dólares en los últimos tiempos.
Parte de la razón de la caída mundial es una cosecha excepcional en Brasil, que produjo 62 millones de sacos el año pasado, según la agencia de suministro de alimentos del país, Conab.
Además, como el café se comercia en dólares estadounidenses, una caída continua del valor de la moneda brasileña, el real, que ahora se comercia a un 45 por ciento por debajo de su promedio de 20 años frente al dólar, ha impulsado la competitividad del país frente a los productores rivales de Colombia y Guatemala. 

Especulaciones
Vélez también culpa a los especuladores de Nueva York por la caída de los precios del café. Afirmó que los fondos de inversión no relacionados con la industria controlan más de 30 millones de sacos de café futuro.
Esto crearía «precios ficticios» porque esas bolsas todavía no existen. «Los especuladores aumentan y disminuyen los precios sin ningún control y han hecho que el descenso de los precios sea aún mayor», dice, añadiendo que esta especulación financiera amenazaría la existencia de unos 25 millones de caficultores en todo el mundo. 
Los comerciantes de futuros de café compraron contratos baratos el año pasado con la esperanza de que los precios subieran para que pudieran obtener beneficios. El comercio masivo de futuros se está llevando a cabo en medio de la reducción de los incentivos para ampliar la oferta en 2019, a pesar del aumento del consumo de café en todo el mundo.
El fabricante de refrescos Coca Cola, por ejemplo, ha dado un paso audaz hacia los puntos de venta de café, comprando la cadena británica de café Costa por 5.100 millones de dólares en agosto del año pasado. Nestlé, por su parte, pagó 7.150 millones de dólares por el derecho a comercializar productos de la cadena de cafeterías Starbucks, que ahora se está expandiendo en China a un ritmo de una nueva tienda cada 15 horas.
La paradoja del café
Mientras tanto, analistas han llegado a describir la inusual coexistencia de un auge del consumo de café y una crisis cafetera en los países productores como la «paradoja del café». La tendencia a la baja de los precios de producción comenzó en 2011 y se hizo más dramática en 2018, cuando los precios cayeron por debajo de los costes de producción.
Al mismo tiempo, las cafeterías se han vuelto omnipresentes, con las grandes multinacionales comprando cada vez más negocios de café, mientras que las pequeñas cadenas continúan entrando en el mercado.
El Foro Mundial de Productores de Café, que incluye asociaciones de productores de todo el mundo, ha pedido a las empresas que se comprometan a comprar café a un costo superior al de producción. Sugirió que los productores proporcionen certificación para demostrar a los consumidores que pagan a los agricultores rendimientos suficientes.
Mientras tanto, el gobierno colombiano ha anunciado que destinará más de 30 millones de dólares en ayuda a los agricultores para ayudarles a capear el temporal. Los fondos fueron aprobados el año pasado, pero no se gastaron en su totalidad debido a una breve recuperación de precios en octubre y noviembre. 
Vélez insiste en que los subsidios de los gobiernos latinoamericanos, ya de por sí limitados financieramente, no pueden ser la solución. «Pedirle dinero a nuestros gobiernos significa que nuestros contribuyentes están subsidiando una industria internacional que está ganando mucho dinero», asegura.
El jefe de la FNC señaló que los cafeteros colombianos son conscientes de que se han expuesto a una posición de riesgo con sus planes. Salir del mercado de café de Nueva York sigue siendo un riesgo, dijo, pero con el apoyo de más productores de Arábica de otros países, espera que la iniciativa de Colombia marque la diferencia.
(dg/mn)
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