Por Clemente Terrero*
Recordemos que este virus ha hecho que tengamos que repensar lo que hacíamos antes de su aparición, es el caso de las reinfecciones que ocurren frecuentemente en todos los países del mundo.
Este virus nos ha enseñado a ser flexibles en las ideas y a ver las cosas de formas diferentes a como nos habíamos acostumbrado. Muchas lecciones nuevas que nos servirán para la vida.
Está bien claro lo que significa está batalla entre un ser unicelular llamado virus y otro multicelular llamado persona, en la que hay bajas de ambas partes. En el caso nuestro, la falta de conciencia agrava la situación, inclinando la balanza a favor del virus.
Pero no vamos a entrar en ese terreno porque nos va a distraer del objetivo central del tema. Ya tendremos la oportunidad de hablar ampliamente sobre eso.
Vamos a entrar directamente en materia: hablemos de infección, de vacunas y su relación con la inmunidad. Se entiende que los procesos infecciosos desencadenan inmunidad natural, mientras que las vacunas producen inmunidad de tipo artificial.
En ese sentido, cuando una persona se infecta o si recibe una vacuna, debiera producir anticuerpos en su organismo, pero no siempre sucede así, y aunque suceda, en ocasiones los niveles alcanzados son tan bajos que no pueden neutralizar al virus en exposiciones posteriores.
Como se explica esto? Bueno, tanto en la infección, como con las vacunas, el organismo comienza a producir anticuerpos al final de la primera semana del evento. En la segunda semana aparecen los anticuerpos IgG protectores, que se encargan de evitar la infección en futuras exposiciones.
El proceso de producción de los anticuerpos IgG puede durar unas dos semanas, luego se detiene de forma natural y espontánea. A partir de ese momento, el organismo entra en un estado de reposo de la respuesta inmune tan pronto finaliza el estímulo que los antígenos producen en las células inmunológicas.
En el estado de reposo inmunológico, que se presenta después de la infección o de aplicación de la vacuna, que ocurre más o menos al mes del evento, en ese período las personas se pueden volver a vacunar contra la COVID 19, sin riesgo de desarrollar reacciones adversas.
La lógica científica plantea que las personas que han sufrido la infección deberían vacunarse, porque pueden no desarrollar inmunidad. Una infección primaria en términos inmunológicos, tiene más o. menos el mismo significado que una primera dosis de vacuna, por tanto, las personas deben recibir las dosis de las vacunas que le corresponde para garantizar la producción de anticuerpos y una buena inmunidad.
Así que, los pacientes que han sufrido la infección después de la primera dosis, deben recibir la segunda dosis de vacuna un mes después que haya pasado el proceso infeccioso.
Esto se debe hacer en todas esas personas, para garantizarle inmunidad, sobre todo en el momento en que nos encontramos, de una crisis sanitaria sin precedentes en la historia de la humanidad. Sin escatimar esfuerzos debe recibir la vacuna de forma planificada y ordenada todo el que la demande y la necesite.
Las vacunas son el arma más importante que tenemos para combatir a este poderoso virus que nos ataca sin piedad, en esta larga batalla que estamos librando contra él.
*El autor es infectólogo, director del Hospital Infantil Robert Reid Cabral