A Francisco se le atribuye el haber colaborado al histórico acercamiento entre Estados Unidos y Cuba, en misivas a los líderes de ambos países y auspiciando en el Vaticano las negociaciones finales.
El pontífice «está considerando la idea de una escala en Cuba», indicó el portavoz del Vaticano, el reverendo Federico Lombardi, pero esas conversaciones con Cuba están en una fase preliminar. Es demasiado pronto para decir que se ha tomado una decisión o que haya un plan operativo en marcha, señaló el portavoz.
La posibilidad de una parada en Cuba fue recogida primero por el Wall Street Journal.
Francisco tiene previsto visitar tres ciudades estadounidenses en la última semana de septiembre. Hablará ante el Congreso y se reunirá con el presidente, Barack Obama, en la Casa Blanca, además de intervenir en la sede de Naciones Unidas, en Nueva York, y asistir a una marcha religiosa por la familia en Filadelfia.
Si se confirma una parada en Cuba antes o después de su gira por Estados Unidos, Francisco se convertiría en el tercer papa que visita la isla caribeña desde la histórica visita en 1998 de Juan Pablo II, en la que dijo que Cuba debía «abrirse al mundo, y el mundo abrirse a Cuba».
El predecesor de Francisco, el papa emérito Benedicto XVI, visitó Cuba en 2012 y expresó la antigua posición vaticana de que el embargo estadounidense era injusto y sólo dañaba a los más vulnerables en la isla.
También Francisco ha hablado en contra del embargo estadounidense, además de condenar el socialismo.
La implicación personal del pontífice en la aproximación entre Washington y La Habana fue uno de los signos más tangibles de que quiere que el Vaticano juegue un papel más destacado en la diplomacia internacional. Una intervención más polémica fue su reciente declaración sobre que la masacre de armenios a manos de turcos otomanos hace un siglo fue un «genocidio»