El proteccionismo en las instituciones
Clemente Terrero
El proteccionismo es la acción de favorecer de forma exagerada a determinadas personas con la que se tiene algún vínculo personal, social, o algún interés común, la cual no se corresponde con lo que se merecen.
El proteccionismo es una práctica nociva dentro de las instituciones, porque produce disgusto, porque la gente percibe el favoritismo y siente que no se toma en cuenta el esfuerzo de cada quien.
El proteccionismo es producto de la debilidad institucional, propia del subdesarrollo.
Es un flagelo del atraso social predominante en nuestros pueblos, que afecta el estado de ánimo de la gente y su desenvolvimiento, frena el avance y el desarrollo de las instituciones, produciendo estancamiento de su dinámica interna.
Se entiende que la valoración de las personas debe siempre basarse en su desempeño, en el esfuerzo y en la dedicación, pero el proteccionista no se apoya en esos criterios, sino que lo hace de manera intencionada, de acuerdo a su voluntad, abusando de su poder.
El proteccionismo es un mal que produce inequidad e injusticia y no permite que la gente sea medida con la misma vara, de acuerdo a lo que aporta, por eso produce disgusto, desmotivación, desintegración, limitando la participación de la gente en los planes de desarrollo.
Es muy evidente que los protegidos reciben de forma relativa y absoluta, mayores beneficios que sus compañeros.
Disfrutando de privilegios que no logran tener los más destacados en su labor.
Mientras una parte del personal es maltratado, abusado y excluido de los beneficios de la institución, los del entorno de los proteccionistas son personas intocables, y tratados siempre con manos de seda.
El proteccionismo causa desencanto, produce desequilibrio de las fuerzas de trabajo que intervienen en el desarrollo de las instituciones, haciendo que una parte tire para un lado y la otra, para el otro lado, cada quien marcha por caminos diferentes.
El proteccionismo genera protesta de los que se sienten maltratados. Quienes se levantan muy frecuentemente contra esa mala práctica en las instituciones.
Por esa razón, el proteccionismo no prevalece por mucho tiempo, debido a que es una práctica intolerable que la gente no soporta.
Es un mal que impide el crecimiento del individuo, porque el protegido no tiene la necesidad de desarrollarse, porque lo tiene todo a su merced. Hay una frase que dice: La necesidad crea al órgano. La necesidad de lanzarse en busca de lo que se quiere.
Por eso, somos partidarios de que a la gente hay que motivarla valorando su dedicación y reconociendo su esfuerzo. Hay que darle la oportunidad de crecer, de ser creativa, de que inventen y busquen alternativas nuevas, única manera de alcanzar la meta.
El proteccionismo castra y embrutece a las personas, la anquilosa, le quita el interés, le impide volar por sus propios medios, los acostumbra a estar atadas a la cola de otros.
EL proteccionismo es permisivo, es una especie de corrupción solapada porque viola las reglas de la organización protegiendo a personas que no cumplen con las normas de un buen desempeño, puntualidad, dedicación, cumplimiento, calidad, la calidez, la ética, la eficiencia y la eficacia del trabajo.
Si usted quiere que en las instituciones reine la paz, promueva la equidad y la justicia, trate a todo el mundo por igual y no permita privilegios. De lo contrario, prepárese para la rebelión y la inestabilidad.
Seamos inteligentes, tratemos a la gente con dignidad y equidad, permitamos que todos crezcan de acuerdo a su posibilidad y su capacidad, reconociendo sus aportes.
El autor es infectólogo, escritor, director del Hospital Infantil Robert Reíd Cabral.-