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LA comunidades de Polo les sobran las necesidades

Tomado de la lupa del sur
Benny Rodríguez
La Lanza.- No solo la miseria se traga a los campesinos y a sus familias de varias comunidades de la parte alta del municipio de Polo, de la provincia de Barahona, por las malas condiciones de sus pequeñas plantaciones de café. De esa actividad económica es de la que principalmente viven decenas de familias. Sino que, estos poblados carecen de todos los servicios básicos que les son elementales y fundamentales para la existencia humana.
Mientras ellos carecen de todo lo elemental y básico, en sus humildes casas lo que sí se observa son los retratos colocados en sus humildes viviendas de los candidatos de todos los partidos políticos. 
Esos candidatos, que terciaron en el pasado torneo electoral les prometieron resolver sus calamidades de llegar al poder. Disfrutan de las mieles del poder, pero las comunidades siguen con sus necesidades.
Servicios básicos y adecuados como la atención en salud es una de la problemática fundamental que afecta a esta comunidad sin que tengan respuesta por parte del Ministerio de Salud Pública, pese a los llamados para que pongan en condiciones el único centro médico que funciona en La Lanza Abajo, para varias pequeñas localidades.
Dos médicos pasantes que ofrecen los servicios de salud, uno que completó su pasantía y el otro recién llegado, se negaron a ofrecer información acerca de las condiciones en que se encuentra la Unidad de Atención Primaria (Unap), que funciona en el poblado por temor a sus superiores inmediatos.
Sin embargo, Domingo Cuevas, Dilcia Reyes, Elisabeth Alcántara y Jorgelina Féliz, dijeron que la Unap que funciona en el centro comunal se le está cayendo el techo, presenta filtraciones, la pintura ni las puertas sirven, por lo que urge que sea intervenido por las autoridades sanitarias.
No cuentan con suministro de medicamentos, el área de sutura está contaminada, porque no tienen autoclave para esterilizar los instrumentos y otras necesidades que deben ser solucionadas.
Los médicos que “atienden” en salud a esta comunidad, a Lanza Abajo, Gajo del Toro, Otá, Los Lirios, El Charco y Monteada Nueva, que tienen una población en conjunto de 3 mil 500 a 4 mil habitantes, carecen de seguridad, porque aunque tienen una persona para esos fines solo está ahí, “porque carece de todo”, dice Domingo Cuevas.
Tampoco hay agua
Las comunidades mencionadas carecen de agua para el consumo y realizar las tareas domesticas como lavar, cocinar o bañarse, una situación que lleva décadas sin resolverse ante la mirada indiferente de las autoridades competentes.
Para abastecerse de agua, estos poblados que carecen de todo para vivir con dignidad como parte de un derecho humano fundamental, tienen que abastecerse de agua de aljibes que por lo que se observa de su estado de deterioro su construcción tiene muchos años.
 
El señor Cuevas, quien se dedica a trabajar en una peña plantación de café, pero la tiene prácticamente abandonada, debido a las enfermedades del grano aromático, dijo que hace un tiempo se intentó construir un pequeño sistema de agua potable.
Sin embargo, se quejó porque ese proyecto importante fue abandonado por quienes quisieron hacerlo y las tuberías que fueron colocadas para llevar el vital líquido hasta los pocos hogares de estas localidades fueron desinstaladas y robadas.  
 
Hay una escuela y la carretera en mal estado
Los niños y niñas, hijos de las 3 mil 500 ó 4 mil familias que habitan en estas comunidades con edad escolar básica formal, tienen garantizada la educación de sus vástagos hasta el octavo grado.
Cuando se llega hasta ese curso de la educación media y van al primero del bachillerato, los padres de los alumnos y alumnas tienen que llevarlos al municipio de Polo para continuar con los otros cursos.
Sin embargo, como al referido municipio, que distante a unos 8 ó 9 kilómetros de distancia, ligado al mal estado de la carretera que los conduce hasta allá, muy pocos jóvenes logran culminar el bachillerato y mucho menos pensar en que al menos se inscriban en la universidad.  
Narraron que tras el paso del último fenómeno atmosférico esas comunidades quedaron prácticamente aisladas, por lo que gracias a la intervención del Ministerio de Obras Públicas y las gestiones de la alcaldesa de Polo Danilsa Cuevas fueron arreglados un poco, por lo que la vía, dice Domingo Cuevas es una “pista”.  
Quizás la ausencia de compresión adecuada de la importancia de la formación educativa y académica, que es lo que va a permitir a sus hijos e hijas desarrollarse en lo profesional y en lo económico, asociada a la poca instrucción escolar de los progenitores de los estudiantes, hacen que estos se interesen muy poco en que sus vástagos completen los estudios, por difíciles que estos resulten.
En su edición del pasado lunes 7 de febrero, el periódico Listín Diario presenta la información que daba cuenta de los altos niveles de desempleo juvenil que se registran en el Caribe afectando el desarrollo social y económico de la región con consecuencias adversas sobre los niveles de pobreza, seguridad alimentaria y nutrición.
Carmelo Gallardo, representante de la FAO en el país, dijo que las mujeres y los hombres jóvenes del área rural de la República Dominicana y de Haití, enfrentan un sinnúmero de obstáculos para insertarse en la producción agropecuaria, tales como falta de acceso al crédito y a la tierra.
Hay espacio para la diversión
Pese a sus necesidades, sonrien 
Pese a que los problemas son muchos y variados, las familias que viven aquí, no pierden la esperanza ni la sonrisa. De vez en cuando en sus hogares encienden sus transistores (radios) para escuchar música, principalmente bachata y tomarse unos que otros tragos.
Otros comunitarios prefieren ir hasta el “parque” deteriorado de la comunidad a compartir con los amigos, platicar sobre las vicisitudes de la vida y de cómo lograr que las autoridades se vuelquen hasta ellos con acciones que le devuelvan el sentido a sus vidas.
“Es poco lo que podemos hacer aquí, con tantos problemas y la precaria situación económica en la que nos encontramos, porque la siembra del café deja tan poco que estamos en una espantosa y absoluta miseria”.
Pero aun así, “buscamos la manera de divertirnos, compartir, estar alegres y darle mayor sentido a la vida”, dijo Domingo Cuevas, un residente de esta localidad.

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