POR MAXIMO SANCHEZ
El suroeste dominicano, es y ha sido una tierra llena de desafíos; una región económicamente deprimida por múltiples razones. Muchas décadas atrás, República Dominicana era un país dependiente básicamente de la producción agrícola y ganadera; la azúcar, el café y el cacao, encabezaban los productos de exportación agrícola que fundamentaban los ingresos de divisas por exportación.
El suroeste jugaba un papel importante, con enclaves de producción de café y azúcar en Barahona, y con el cultivo de granos comestibles y cereales del Valle de San Juan de la Maguana; pero tenía una gran debilidad en su potencial, ya que grandes y fértiles extensiones de terreno, estaban imposibilitadas de entrar en proceso de producción por la falta de abastecimiento de agua para regadío.
Es a partir de la construcción de la presa de Sabana Yegua, y la incorporación de todo un sistema de canales de riego que siguieron a su entrada en funcionamiento, que el gran valle de Azua entra con gran fortaleza en el sistema productivo nacional.
En Azua hace mucho tiempo que ya “los perros no tienen que acostarse para ladrar”; ese chiste se decía, porque supuestamente la aridez de la provincia, provocaba mucha hambre entre sus habitantes. Al día de hoy Azua produce desde tomates y hortalizas, hasta mangos y musáceas en grandes cantidades.
El valle de San Juan de la Maguana, siempre ha sido identificado como el granero del sur; si bien es cierto que San Juan tiene una envidiable producción de arroz, la fama de sus granos viene a cuenta por su producción de habichuelas, que en cualquier variedad se pueden cultivar en la fertilidad de sus húmedos suelos; acompañan la bonanza de sus cosechas, la sonrisa de los sanjuaneros, que como dice el dicho popular, “el sanjuanero nunca tiene mala cara”.
La perspectiva actual, para un pujante suroeste, con potenciales inimaginables, son muy promisorias; el despegue de la Presa de Monte Grande, donde se está trabajando 24 horas cada día, proyecta la región en un arranque incomparable; Barahona, Bahoruco e Independencia, esperan como novias ansiosas las caricias del progreso que les proveerán las aguas de Monte Grande.
¿Y de Barahona hasta Pedernales que?; en el distrito municipal de La Ciénega en Barahona, está casi abierta la gran puerta del turismo del suroeste, el magnífico Hotel Perla del Sur; a partir de la entrada en funcionamiento de sus facilidades, las excusas para la inversión en estos territorios rodaran por los suelos; se hace perentorio una buena carretera Barahona-Pedernales; el potencial y la hermosura de sus recursos no son para llenar un camino casi vecinal de parches.
El tramo carretero Barahona-Enriquillo, requiere un diseño moderno; un diseño digno de las costas mediterráneas europeas; pues solo viajar por este tramo deleitará a criollos y extranjeros con la multiplicidad de colores y el fresco esplendor de esta zona bendecida por Dios y la naturaleza.
Aunque el pesimismo se moleste, no lo podemos dudar: La hora del Sur ha llegado.