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Periódista Matos Espinosa dice perseverò y logró humilde vivienda

Dice da gracias a Dios al Presidente Abinader y al exdiputado Aquiles Ledesma

 

En Barahona, (República Dominicana).– Para ser feliz en este mundo no hay que tener muchas propiedades, millones de pesos dominicanos ni dólares norteamericanos.

La felicidad se logra cuando uno en su estado de pobreza en que nació y vive se concentra en la oración, pidiéndole al Todopoderoso que interceda en su favor para lograr una humilde morada donde pueda pasar en tranquilidad espiritual y paz familiar los últimos años que te quedan de vida en la tierra.

 

Este es mi caso. Yo vivía en una destartalada casa de madera, techada de zinc que se caía a pedazos, una herencia de mi difunta madre Romita Espinosa (Mazona y/o Nena), ubicada en la calle Sánchez 264 frente a la cancha deportiva y a la Unidad de Atención Primaria (UNA) del barrio Sávica.

 

Producto de las malas condiciones de la casa recurrí a funcionarios de varios gobiernos pasados para que me gestionaran ante los presidentes de turno la construcción de una casa humilde donde viviera decentemente, no con enseres hogareños carísimos, sino con efectos de muy bajos costos,. Con estos últimos. de lograrlos, me iba a sentir feliz y en paz.

 

Transcurrieron varios años y no lograba nada, pero siempre abrigaba la esperanza de que algún día por medio a mis oraciones, Dios intercedería en mi favor y así aconteció.

 

Este Ser Divino se manifestó a través del amigo y exdiputado Aquiles Ledesma, quien una tarde de un día cualquiera iba a visitar uno amigo en Camboya y me vio sentado frente a mi destartala casa, detuvo su vehículo, bajo de él y me saludo.

 

Aquiles, un hombre de un noble corazón, se conmovió al ver las condiciones en que yo vivía y me dijo textualmente: «Juan Fco. da pena y ganas de llorar que una persona como usted con casi 50 años en el área de la comunicación sirviendo desinteresadamente a su pueblo y la sociedad, resida en un cuchitril como este».

 

Me colocó sus dos manos en mis hombros y me expresó: «Mañana voy para la capital a realizar una diligencia personal y cuando termine, me dirigiré donde unos amigos funcionarios del presente gobierno del Presidente Luis Abinader, a quienes les plantearé tu caso para que dentro de los planes sociales del gobierno te construyan una humilde vivienda donde te desenvuelva dentro de un ambiente de paz y tranquilidad».

 

A la semana Aquiles me llamó por teléfono dándome la grata noticia de que había logrado su objetivo y que una comisión de uno de los organismos sociales del gobierno visitaría mi hogar para realizar la evaluación correspondiente para tumbar mi vieja casa y construirme una nueva.

 

Y así, fue. Gracias a Dios, a Aquiles, al Presidente Abinader y al funcionario director del organismo con quién habló Aquiles, aquí estoy en mi humilde casa en paz y tranquilidad.

 

Aquí estoy en mi vivienda adornada con variadas flores en su frente y lados, las cuáles cultivé con mis propias manos.

 

dios tarda, pero nunca olvida a aquellas personas que mediante la oración sincera le solicitan, no dinero, ni grandes propiedades, sino algo humilde donde puedan pasar sus últimos años de vida en tranquilidad espiritual y paz familiar.

 

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