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Por más de tres 3 décadas aún esperan reparación de vía El Peñón-Cabral, en Barahona

Residente en la zona pierden la esperanza “ continuaremos por 30 años más esperando que el camino vecinal, quizás sea convertido en carretera”.

Barahona,-Por más de 30 años los residentes de los municipios de El Peñón y Cabral han estado a la espera del acondicionamiento de la carretera que comunica a ambas localidades, sin que ningún gobierno de turno incline su mirada al deterioro progresivo que ha tenido la vía.

El polvoriento camino que se encuentra lleno de hoyos obliga a los conductores que transitan por la carretera El Peñón-Cabral a reducir la velocidad para provocar el menor daño posible a sus vehículos.

 

Con esta  van dos compañías constructoras, millones de pesos pagados del erario público, los 8.5 kilómetros que tiene la obra, están sin dolientes, hasta el extremo que los arbustos apostados en los extremos de la carretera; ponen más angosta la maldecida vía.

 

Para los moradores de ambas comunidades es de vital importancia la construcción de esta vía, que además de servir de puente entre ellas, es la más usada por residentes de otras provincias del sur del país.

 

Las malas condiciones de la carretera también preocupan a agricultores de la zona, quienes narran que transportar sus cosechas desde sus fincas hacia el pueblo se ha convertido en un total desafío.

 

Tanto autoridades como munícipes aseguran que por las condiciones deplorables en la que se encuentran estos caminos, ambas comunidades de Barahona han sido afectadas por más de dos décadas.

 

Es por ello, que demandan la intervención inmediata del gobierno central para que la empresa que tiene la obra adjudicada continúe los trabajos de acondicionamiento de la vía.

 

Con su llamado a las autoridades, los munícipes de El Peñón y Cabral advierten que de no ser intervenida la vía, ante la oscuridad e inseguridad que afirman impera en el trayecto carretero entre ambas comunidades, la poca actividad turística que existe en la zona desaparecerá en su totalidad.

Por José Miguel Medina Tejeda

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