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Régimen de Ciudadanía y democracia

Análisis de opinión
Faustino Reyes
El bienestar social es un anhelo de gobernantes y gobernados; en República dominicana para alcanzarlo debemos tomar medidas a corto, mediano y largo plazo, evitando así que la libertad y el futuro de la sociedad se vean amenazados. Por lo mismo, es urgente y necesaria la creación de una estrategia nacional a fin de reducir la violencia. Ese apartado, tocante a la prevención del delito y reconstrucción social, es la parte medular de no verlo como un anhelo sino como nuestra realidad.
La corresponsabilidad entre sociedad y gobierno es esencial para disminuir la violencia e inseguridad. El respeto a los derechos y libertades de todos, la capacidad de diálogo y la inclusión deben definir a la ciudadanía, no como un derecho a votar y ser votado, sino como un valor y condición del pleno ejercicio de nuestros derechos y deberes. Solo así llegaremos a una democracia de resultados basada en la corresponsabilidad entre gobierno y ciudadanía, en la que el primero ejerza su función decisoria y la segunda juegue un papel articulador en la ejecución y evaluación del mismo.
Un papel de primera importancia deberá ser asumido por los jóvenes, quienes pueden desarrollar, impulsar y evaluar eventos culturales, cívicos, intelectuales, artísticos y deportivos que sean permanentes e integradores y que les permitan interactuar para el logro de sus anhelos y metas, pero no solo individuales sino también colectivos, pensando, sí, en ellos, pero también en el beneficio de la sociedad a la que pertenecen.
Los enormes daños de los efectos del soborno y la corrupción se verán acotados por la participación ciudadana, fortaleciendo a las instituciones ahora tan debilitadas, que constituyen un punto de empoderamiento del crimen organizado.
Cabe destacar que un país democrático es aquel que independientemente de tener un sistema electoral respeta la competencia de la división del poder y de los niveles de gobierno, que genera canales para la participación de la ciudadanía en las políticas públicas, donde el gobernante ejerce la facultad de decidir y los ciudadanos tienen la prerrogativa efectiva de intervenir.
El concepto de ciudadanía es dinámico, relacional y contextual, es decir, está en constante movimiento. Lo definen las prácticas sociales de los diferentes actores, por tanto, es necesario considerar sus elementos políticos, económicos, sociales y culturales, así como su carácter complejo y multidimensional. Si el sujeto es el ciudadano, la democracia es su entorno.
Arturo Valenzuela, investigador de los fenómenos democráticos en América Latina y uno de los teóricos más reconocidos en el mundo, afirma que por democracia no debemos atenernos a las definiciones legales sino que, en resumen, implica “ponernos de acuerdo sobre cómo arreglar nuestros desacuerdos”.
Y es justamente ahí, en el respeto, la tolerancia, el diálogo y los acuerdos, en donde inicia nuestra participación como ciudadanos, miembros activos de una Nación.
El autor es periodista y analista político
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