Discurso en ocasión de la ofrenda floral en el marco del Día Mundial de la Justicia Social:
Pastor Fidel LORENZO MERAN, Presidente de la Fundación Equidad y Justicia social.
Señores miembros del Consejo Directivo que lo acompañan.
Señores miembros de organizaciones aliadas.
Señoras y señores.
Amigos todos.
Estamos aquí, en este recinto sacrosanto donde reposan los restos de estos tres ciudadanos insignes que soñaron y forjaron nuestra nación, en este mes de la Patria en el cual también se conmemora el Día de la Justicia Social.
Nuestro Patricio, Juan Pablo Duarte y Diez dijo hace casi dos siglos:
“El buen dominicano tiene hambre y sed de justicia, y si el mundo se la negase, Dios que es la suma bondad, sabrá hacérsela cumplida y no muy dilatado, y entonces, ¡Ay! De los que tuvieron oídos para oír y no oyeron, de los que tuvieron ojos para ver y no vieron… ¡La Eternidad de nuestra idea! Porque ellos habrán de oír y habrán de ver entonces lo que no hubieran querido oír ni ver jamás.”
Esta advertencia del más puro e insigne de los dominicanos retumba en el tiempo y llega hasta nosotros con la claridad prístina del sonido de un clarín que nos llama a despertar de un letargo de desidia que ahoga las voluntades y nos encierra en él cada uno para sí y dónde está lo mío.
Es legítimo y oportuno recordar en este lugar sacrosanto que a pesar del crecimiento económico excepcional de la República Dominicana en los últimos 20 años, no todos los dominicanos reciben los beneficios de esa bonanza.
El informe “Panorama Social de América Latina 2018 arrojó que la República Dominicana se encuentra entre los países que lograron una mayor reducción de la pobreza en la región durante el período 2012-2017. Sin embargo, nuestro país tiene según ese mismo estudio, una tasa de pobreza extrema entre el 5 y el 10%.
Vivir en extrema pobreza quiere decir que el 10% de los dominicanos se acuestan con hambre, que viven hacinados y en condiciones de insalubridad, que la mayoría de las veces no tienen acceso a agua potable ni a la electricidad, mediocre o poco acceso a servicios de salud, muchos no tienen documentos de identidad y no están alfabetizados, sus hijos no heredaran otra cosa que ser un nuevo eslabón en la cadena de la pobreza.
La Patria que Duarte soñó está todavía por nacer. La Patria que Duarte soñó donde la equidad fuera el principio compensador de las desigualdades que la propia naturaleza entraña. Una Patria más igual para todos. Una Patria donde la equidad de género no sea la poesía que adorna los informes oficiales, sino una realidad de responsabilidades compartidas en paridad como lo proclama nuestra Constitución, y donde los roles del hombre y la mujer dominicanos sean complementarios y no adversariales. Una Patria donde los grupos vulnerables: niños, discapacitados, envejecientes y mujeres tengan protección social, trabajo digno y vivienda digna. Una Patria donde la familia, célula de base de toda sociedad sea objeto de políticas públicas que protejan su cohesión e integridad.
Todavía estamos lejos de una Patria que garantice la igualdad de oportunidades, y donde el ascensor social no sean solo el béisbol, la política o la venta a gran escala de sustancias prohibidas. Todavía estamos lejos de una Patria que garantice el libre desarrollo de la personalidad mediante el fomento de la cultura, la música, las artes, las disciplinas del espíritu.
Al aceptar el Premio Nobel de la Paz el 14 de octubre de 1964, Martin Luther King dijo que él creía que cada ciudadano tenía derecho a tres comidas al día, y esparcimiento para su mente mediante la cultura. Él hablaba en un momento en que 20 millones de personas luchaban por justicia social de forma no violenta.
Y todos los que estamos comprometidos con esta causa desde la Fundación Equidad y Justicia social o desde otras instituciones con igual vocación social, hacemos nuestra su frase de “debemos llegar a ver que el fin que buscamos es una sociedad que puede vivir con su conciencia.”
Y en estos tiempos singulares de pandemia con sus secuelas de crisis económica y social, debemos ser todavía más vigilantes. En nuestro país, el covid 19 representa la pérdida de dos millones de empleos, el cierre de pequeñas y medianas empresas, la pérdida de los medios de subsistencia de muchos dominicanos. La agravación de la violencia intrafamiliar, la deterioración de la salud mental, el aumento de la criminalidad y el endurecimiento del individualismo y la falta de solidaridad.
La situación nacional es difícil. La riqueza mal repartida es solo uno de los males que caracterizan la falta de justicia. Pero la República Dominicana enfrenta igualmente retos internos de otra naturaleza más allá de la corrupción y la falta de institucionalidad. La República Dominicana enfrenta un problema migratorio de proporciones tales que los dominicanos más desfavorecidos no encuentran en la Patria de Duarte el refugio y la protección que el vínculo jurídico político de la nacionalidad debería brindarles porque otros pobres de otros horizontes han venido a disputarle el escaso mendrugo de pan con que cuentan.
Y hoy la Patria de Duarte tiene hambre y sed de justicia, y de libertad. Libres del hambre, libres de la escasez, libres de la enfermedad, libres de la ignorancia, libres del miedo.
Nuestra presencia hoy aquí es el mejor testimonio de que estamos comprometidos con la preservación de nuestra identidad nacional, nuestra lengua, nuestra soberanía. y obraremos sin descanso para que nuestro lema republicano “Dios Patria y Libertad” tenga la vigencia que soñaron nuestros patricios fundadores.
Estamos aquí como dijera Eduardo Galeano en nombre de los nadie, de los hijos de nadie, los dueños de nada, los nadie, los ningunos, corriendo la liebre, muriendo la vida, que no son aunque sean, que no hacen arte sino artesanía, que no practican cultura sino folklore, que no son seres humanos sino recursos humanos, que no tienen cara sino brazos, que no figuran en la historia universal sino en la crónica roja de la prensa local.
Estamos aquí para frente a estos restos inmortales hacer voto por una nueva conciencia moral para los dominicanos, más solidaria y más justa.
Loor a Duarte, a Sánchez y a Mella, larga vida a la República Dominicana.