Por David Ramírez
Se amontonan hacinados como sardinas en lata en pequeños espacios llamados «celdas» o pabellones. Viven en completa insalubridad y mala alimentación, Casi la mayoría cumplen condenas, son los llamados presos de la «Cárcel pública» de Barahona.
El lugar es un viejo centro penitenciario construido al final de la década de los cincuenta, tan solo para albergar 200 «internos» pero que hoy tiene una sobrepoblación de 750 hombres (y creciendo), casi cuatro veces más que su capacidad.
Aunque hace algunos años se formó una comisión, encabezada por la diputada Noris Medina y el doctor Víctor Terrero, para ubicar los terrenos donde supuestamente se iba a construir un nuevo centro penintenciario,esas diligencias, al igual que los trabajos de dicha comisión, se desvanecieron con el tiempo.
Algunos funcionarios han ignorado a la opinión pública y no han prestado atención a las advertencias que, en caso de un grave motín, la ubicación de esa «cárcel pública» constituye un serio peligro para las familias que habitan en los alrededores, también para los estudiantes de la escuela Leonor Felz. Como se sabe, ese centro escolar primario, donde estudian docenas de niños, funciona casi al lado de la fortaleza policial, lugar donde en el patio se encuentra ubicada dicha «cárcel».
La autoridades de la Dirección General de Prisiones, conocen las precariedades por las que atraviesan los reclusos en la mal llamada «Cárcel pública de Barahona», Ellos están bien empapados de la situación, saben que ya no caben más presos en el lugar, que todos están apretujados en celdas con muy pocas ventilación.
También conocen que los presos no disponen de un colchón decente para dormir y que la gran mayoría tiene que tirarse al frio piso, acomodarse y subsistir como puedan en cualquier espacio vacío.
Esas mismas autoridades penitenciarias saben que la mayoría de los pleitos que se producen en la denominada «Cárcel pública de Barahona» han sido por el control de la venta de drogas y otras mercaderías que se disputan bandas de reclusos. Que los presos no disponen tan siquiera de pabellones para las visitas conyugales con total salubridad e higiene.
La Constitución establece muy claro como debe ser el trato de toda persona privada de libertad. Las cárceles son para regenerar, no para castigar ni convertirse en centros de torturas físicas y psicologicas.
Pero lo que tenemos en Barahona no es cárcel, ni tan siquiera una pocilga, porque en los establos de cerdos, los porcicultores cuidan con esmero y responsabilidad la salud de sus verracos, los alimentan en abundancia para tenerlo rechonchos y además, le permiten tener lazos sociales o sexo libremente para que se reproduzcan en total felicidad
Lo que tenemos en Barahona es un campo de concentración humana. Un tenebroso lugar donde los presos se encuentran en total hacinamiento, mala alimentación, falta de higiene y limpieza sanitaria. Afectados de infecciones y enfermedades
Es un campo de concentración penal humano porque en dicho lugar las condiciones de vida de los detenidos o presos son tan dramáticas e infrahumanas como en el campo de concentración Auswitch, un lugar histórico situado en los territorios polacos ocupados durante la Segunda Guerra Mundial.
Es un campo de concentración porque no existe el más mínimo respeto a la dignidad humana. Estamos claro que bajo esas condiciones precarias e inhumana, ningún individuo que entre a ese campo de concentración en Barahona, podrá resocializarse o recomponer su vida cuando esté en libertad.
Los presos en Barahona y en todos los centros penitenciarios del país, necesitan estar cumpliendo sus condenas en un lugar digno, donde tengan celdas o pabellón con cama individual y ropa adecuada.
Los barahonero queremos que el gobierno construya un verdadero centro penitenciario modelo, donde los presos tengan acceso a los servicios básicos de salud, alimentación, ayuda psicológica y recreativa, así como facilidades o talleres para aprender un oficio o labor para cuando retornen en libertad, logren reinsertarse con éxito en la sociedad.