Nada extraño sería encontrar aguas azufradas o super frías en algún territorio del valle de Neiba.
Pero en ningún caso, en una pronunciada pendiente en el corazón mismo de una estribación.
Para verlas y tocarlas y sumergirse en ellas, hay que viajar hasta Polo, provincia Barahona, donde transcurre suavemente un manantial convertido en arroyuelo con el singular nombre de Mata de Maíz.
Fácil de llegar, solo hay que dejar atrás a Cabral, donde empiezan a quedar pocos rastros de las decenas de manantiales que descendían de las faldas de las lomas que serpentean rumbo al destino, en una ruta ascendente que ilusamente solo se detiene cuando pasa por el Polo Magnético, o más adelante, por el túnel de los framboyanes, hasta llegar a Polo, el bucólico lugar donde abundaban los mulos que en recua transportaban el café desde de los más recónditos lugares, en las alturas, o en la profundidades, como en la ruta hacia Mata de Maíz.
Desconocido para muchos, singularmente para los vecinos del valle que se divisa desde la altura media con destino a las cerca de nueve mil almas que reciben a los visitantes a golpe de café o sonrisas, ahora con una oferta más especial: café con miel ¿con miel?
Sí, con miel y mieles, aquellas que recubren el grano y que procesos amigable conservan hasta alcanzar el paladar.
También tienen a mano unos guineos maduros, bananas, fruto que ha devenido en la fuente principal de sombra de las plantas de café.
Duros y consistentes, y con un sabor que lo diferencia del cultivado en el valle bajo sistemas de inundación, riego o goteo. El microclima de Polo le concede otros atributos y fragancia.
Ya estás en Polo y mil motoristas están dispuestos a conducirte hasta Mata de Maíz, si acoso tienes duda de la eficiencia de Google Maps, que igual te conduce con precisión milimétrica por un camino suave y terroso, pero firme, bajo frondosa sombra y el verdor de los cafetales.
Poleños y los migrantes más persistentes continuarán indicando cómo llegar hasta que un cartel del ministerio de Medio Ambiente anuncia que has llegado a ese sitio que parece emerger desde las entrañas de las montañas.
Desde lo alto, un canal boscoso podría sugerir que viajas hacia las profundidades de la tierra.
Y luego las dudas acerca de si el vehículo que hizo la travesía está en condición de bajar o subir por una pendiente culebrona, cuya extensión puede ser mayor o menor, según el interés del informante, el guía que presuroso se oferta o el campesino sincero que evalúa el vehículo y certifica: esa máquina podría bajar, pero dudo que pueda volver.
De todas formas, empieza el peregrinaje, sobre una armadura de piedra sugerente de que fue hecha a mano, por las mismas manos que cultivan el café a lo largo del camino y más allá.
Con dudas, emociones y temores, marcha, al borde de montañas forestadas, bien cuidadas, y cafetales mejor cultivados.
Al lado norte el profundo canal que provoca esteriquitos, o más modernamente, eluviones de escalofríos. Pero sin darte cuenta, ahí empieza a columbrarse Mata de Maíz.
El hilo de agua primero, un borbotón después, que brota de la cadena de montañas.
Cae en una poza construida en el tiempo por las persistentes e indetenibles aguas, frías, friísimas, que llegan más allá del alma…
Hasta transportarte a otra dimensión de una naturaleza que el hombre no ha podido desgarrar.
Luego, una piscina con alguna intervención humana, aguas abajo, 400 metros, y hacia arriba un conjunto de charcas o pozas que los más atrevidos pueden apreciar en un recorrido por el mismo cauce del afluente.
BERRO Y RESTAURANTE
Debajo de las cristalinas aparece una especie nativa en extinción, el berro, planta acuática prácticamente desconocida en su hábitat natural por las nuevas generaciones.
Un descampado escenario donde se puede aparcar, y un restaurant acogedor, el Típico Mata de Maíz, muy simple, pero con un menú para quienes se atreven a llegar hasta ahí.
Danny Féliz Bello lo conduce con señorial sencillez y con toda la información, no solo sobre su negocio, sino acerca de uno de los menos conocidos destinos de agua dulce y fría del suroeste Mata de Maíz, la más extraña de las especies forestales del lugar.
EL MUNICIPIO Y MATA DE MAÍZ
Mata de Maíz, sobre el arroyo Las Auyamas, es una oportunidad para Polo, pero requiere mayor intervención de la alcaldía.
El mantenimiento del entorno es inexistente.
Y demanda higienización en los vestidores y la construcción de facilidades sanitarias adecuadas.
No soporta un turismo masivo, pero constituye un atractivo de conocimiento, manejado desde una perspectiva conservacionista.
Polo y Medio Ambiente y Turismo pueden hacerlo mejor.
Artículo de Rafael Osvaldo Santana