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Gladys Gutiérrez, in memoriam

Autora: Margarita Cedeño de Fernández
@Margaritacdf

En las  sociedades hay personas cuyo ejemplo inspira a toda una generación a combatir la injusticia y la ignominia.  Personas que se convierten en verdaderos símbolos del deseo colectivo de enfrentar el yugo y la avaricia del poder por el poder mismo.


Cuando Gladys Gutiérrez asumió con su esposo la lucha en contra del terror del régimen de los 12 años, quizás no tenía en mente perpetuarse para la historia o inculcar en tantas mujeres que escucharon sus historias, el deseo de luchar por cambiar las imposiciones de la época.

Mucho menos pensó que cada visita a una cárcel en búsqueda de su desaparecido esposo, Henry Segarra, la convertiría en el ícono de tantas esposas que perdieron a sus esposos en la lucha sanguinaria que libraron por los mejores intereses de la patria y menos aún, que su trillar por el empedrado camino de la política la convertirían en  inspiración constante para combatir la desigualdad, la discriminación y el despotismo.  

Esposa abnegada, mi querida Gladys no se limitó a contemplar a su esposo viajando a los escondites del interior,  con el 14 de Junio, la Unión de Estudiantes Revolucionarios (UER) y el Movimiento Popular Dominicano. No. Gladys fue sostén de esa lucha, demostrando que su solidaridad en los momentos difíciles de su esposo no la inhabilitaban para seguir su propia lucha: la del colectivo. Pero sobre todo, Gladys con su ejemplo nos enseñó, a todas y todos, que el espacio de la mujer no está detrás de los hombres, sino a su lado.

Cuando la inevitable realidad de la muerte de su esposo nubló sus días, sin saberlo, hizo suya la frase que luego fue descubierta en la celda donde estuvo Henry Segarra Santos: “Muero sin ser libre, donde hay lucha hay sacrificio. Esto es para hombres”. A partir de ahí, se dedicó a demostrar que no solo era para hombres, también era para mujeres.

Al fundar el Comité de Presos, Muertos y Desaparecidos, que tantos momentos agrios le hizo vivir, sembró en muchos corazones dominicanos el anhelo de un país donde no existiera el temor a ser libres. Tener que soportar el encarcelamiento, el exilio y la humillación a la que le sometió el régimen, solo forjaron en ella un carácter aún más fuerte, para continuar luchando por los mejores ideales de la patria y de sus mujeres.

La vida de sacrificios que le tocó vivir fue necesaria inspiración para las mujeres que protagonizaron con ella la lucha contra el autoritarismo. Su dedicación a la lucha por las libertades públicas y los derechos humanos está escrita en las memorables páginas de los movimientos de lucha de nuestro país.

Cuando el país superó su época más tenebrosa, doña Gladys vislumbró la oportunidad de continuar su trabajo por un país de libertades, ya no desde la lucha revolucionaria, sino, llevando sus preceptos revolucionarios a los textos legislativos y a la norma. Su paso por el Gobierno local y por el Poder Legislativo es el de una luchadora incansable por los derechos humanos y por promover el papel esencial de la mujer en la política.

Para muchas, ha sido modelo e inspiración, ejemplo de que las mujeres tenemos que participar unidas en el escenario político, sin más protagonismo que aquel que el mismo pueblo nos otorga, pero con roles estelares, para poder impregnar a la política de los valores que nos caracterizan.

Gladys, nuestra inmortal, imperecedera e insustituible, parte de este mundo dejando grandes aportes al ámbito político, legislativo, gremial, social y gubernamental. Fue la gran promotora de la equidad de género y el ejercicio de la ciudadanía y titularidad de las mujeres; y donde quiera que estuvo, fomentó los valores de la libertad, dignidad, justicia social y solidaridad.

Hoy son una realidad las ideas que se gestaron en la Casa Nacional del PLD, cuando nuestra Gladys y “sus mujeres”, hacían reuniones para concebir espacios y estamentos donde  las mujeres pudiéramos tener más participación. Su trabajo forjó los ideales de muchas, trascendiendo su generación.

Su obra política cumbre, la creación de la Secretaría de Estado de la Mujer, que luego pasó a ser Ministerio; y los proyectos que impulsó desde allí, especialmente para la lucha contra la violencia, de todo tipo, hacia las mujeres; constituyen la herencia política que nos deja a las mujeres que cada día luchamos por un país mejor.

Su legado, su apego a la vida y su imborrable alegría y sabios consejos inspiraron a toda una generación y continuarán inspirando a muchas otras por venir.

Larga vida a mi amada, a la eterna Gladys Gutiérrez.