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Guía para la primera vivienda (2/4)

 «Es fácil subestimar el costo real de ser propietario de tu vivienda.» Suze Orman, asesora financiera estadounidense
 Melissa y Manuel se sentaron juntos frente a mí para contarme de su compromiso y sus planes para adquirir una primera vivienda. 

Aunque estaban felices, hasta radiantes, por lo menos la prometida estaba un poco preocupada con la decisión de si comprar o alquilar su primer hogar.

«Líder», me advirtió Manuel, como dejándome claro que el tema no se debatiría mucho, «yo no creo en eso de alquilar. Será que me sale mi papá, pero a mí me gusta la idea de tener lo mío.»

Siguió: «¿Pagarle a alguien por usar algo, y que al final no me quede nada más que el gasto? No creo, no.»

Sonreí, pues Manuel expresaba, más que una idea racional o bien pensada, un sentimiento muy humano que todos tenemos de poseer lo propio, de asegurar el techo de la familia, y de aspirar a una estabilidad y una permanencia que es difícil visualizar con un alquiler.

«Manuel», le dije a mi querido pupilo, «Te entiendo como no te puedes imaginar pero… Una pregunta: ¿Han siquiera considerado la opción de alquilar?»

Algo ansiosa, Melissa ni lo dejó responder: «Pues no, Alejandro. Aunque le he dicho que tenemos que explorar todas las alternativas, Manuel está cerrado en su decisión. Pero dinos, por favor, si crees que es algo que debemos explorar.»

Costos y desventajas del dueño

«Una decisión de esta envergadura no es para tomarla a ciegas. Está muy bien tener su preferencia, pero tomando en consideración el impacto tan grande que comprar una vivienda tiene en su situación patrimonial, como mínimo les obliga a considerar todas las alternativas.»

«Adelante, Líder, lo escuchamos», aceptó decir el joven Manuel, resignado ante la influencia de su prometida.

«Ambos deben recordar, en primer lugar, que esta es una decisión, además de emocional y muy personal, económica.»

«No se cieguen. No permitan que los patrones de otros, sean de sus padres o de una idea romántica de ustedes mismos, les evite tomar un camino racional.»

«En segundo lugar, recuerden algo: Esta no será la primera y única vivienda para su nueva familia. Como les dije antes, hay un momento para todo, y es casi seguro que en la medida que su hogar crezca, bien podría ser necesario mudarse a una propiedad más grande.»

«Eso lo hemos pensado», admitió Manuel.

«El punto es», continué, «que al momento de comprar asumen unos costos, a veces ocultos, que podrían no recuperar en el caso de que luego vayan a mudarse y adquirir otra propiedad en el futuro cercano.»

«¿Cómo cuáles? Por ejemplo, los gastos involucrados en la adquisición de una propiedad (tanto de impuestos como con la banca), además de las comisiones que tendrán que pagar al corredor que eventualmente les venderá el apartamento.»

«A mí esos costos no me preocuparan», les admití, «Si ustedes me aseguraran que estarán en la casa por un buen tiempo, digamos que 10 años. Pero, ¿Es ése el caso?»

«Realmente, no. Es como dices, Alejandro…», reconoció Melissa, «Ojalá que esta sea una casa de transición, pues la que hemos visto hasta ahora es sólo de dos habitaciones, y nuestro sueño (que incluye dos o tres hijos) requiere una casa algo más grande.»

«Sí, es lo lógico y ojalá que así sea. Pero también quiero que piensen en esto: No crean que un apartamento se vende, en todo momento, como ‘pan caliente'».

«Dependerá mucho del mercado, de la oferta que haya de otras propiedades, del desarrollo y perfil del residencial donde compren, y de la situación económica del país en general al momento de vender.»

«Aunque personalmente estoy convencido que los bienes raíces son buenas inversiones en el largo plazo (digamos, a más de cinco años), tampoco puedo asegurarles que si deciden vender en sólo 24 o 36 meses lo podrán hacer fácilmente, ni en las mejores condiciones. ¿Comprenden?»

Esquivándome la mirada, y comprensiblemente molesto, Manuel reiteró: «Pero Alejandro, alquilar es tirar dinero a un zafacón, eso no tiene sentido.»

Depende, Manuel, ¡depende!

«¿Investigaron los alquileres en propiedades parecidas? Ya me dijiste que no. Te sorprendería saber que hay momentos, como el actual en muchas partes de Santo Domingo, donde una propiedad que para adquirirla tendrías que pagar una cuota de préstamo de RD$40,000 la puedes alquilar por solo RD$20,000.»

«Me consta», asintió Melissa. «He visto varias ya, aunque de menor valor.»

«Además de los gastos que les señalé anteriormente, hay otros. Algunos obvios, como son los de mantenimiento, del condominio, de mejoras necesarias (¡que siempre hay que hacer!), de seguros y hasta de impuestos (el necio impuesto del 1% si la propiedad excede RD$5 millones). Si alquilaran, estos gastos correrían por cuenta del propietario, y no de ustedes.»

«Claro, el costo más importante es el menos evidente. Me refiero al de oportunidad. Es decir, que si ustedes cuentan con un ahorro de RD$1,000,000 que pondrían como inicial para el préstamo hipotecario, ese es un dinero que ya comprometieron en varilla y cemento.»

Manuel: «Si, Líder. En varilla y cemento, pero también aumentando en valor.»

«Depende, Manuel, depende. Eso lo sabrán al momento de vender.»

«Ahora bien, ¿Existe la posibilidad de que no logren vender a un precio que les permita recuperar el monto invertido, todos los costos y algo de ganancia?»

Ambos jóvenes asintieron: «Existe».

«También sabemos que están perdiendo la oportunidad de poner el millón a producir, bien invertidos y con relativamente poco riesgo, hasta RD$10,000 mensuales. Y ese es un dinero que, capitalizándolo, podría servirles para luego comprar su casa más grande y con menos deuda.»

«En conclusión, Melissa y Manuel, deben pensar un poco más su decisión. Es demasiado importante para no hacerlo.»

«De acuerdo, Alejandro, de acuerdo…»

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