Por Charlie Núñez.
No soy de los que gustan ir a misa de recordación, a llevar flores a la tumba o vivir sufriendo por redes, creo entender un poco los procesos de la vida y he aprendido a manejarlos, pero no creo que haya pasado un día de mi vida desde que te fuiste que no te haya recordado.
Recordaba hoy, cuando cumplirías tus 66 años, una llamada que me hicieras para despedirme, a propósito de un viaje que yo realizaba a EEUU en la navidad antes de la pandemia y te sorprendí diciéndote que estaba en la clínica operado de urgencia; yo te llamaba justo el día que emprendías tu viaje del que no regresarías, no te conseguí, hubiera preferido me sorprendieras diciéndome estabas operado de urgencia y no recibir la infausta noticia de la manera que la recibí.
Reflexionando acerca de la realidad que vive nuestro país, la política y los políticos, he pensado como sería y cual sería tu papel en un momento como este. Cuando eres tema de conversación obligada en muchas de las tertulias y encuentros, lo que están es extrañando tus acciones y tu papel que por tantos años jugaste, pienso, algún día la democracia dominicana te lo reconocerá en su justa dimensión.
A raíz de tu percance de salud, no había quien me encontrara que no indagara acerca de ella, eran muchas las llamadas que recibía de amigos y compañeros para saber de ti. Eran tantas y con tanta frecuencia, que un día me dijiste: “A todos los que preguntan por mí, dámele las gracias y mis saludos, que los aprecio mucho.”
Reinaldo, fuiste un hombre honesto, solidario, íntegro, me alegro habértelo dicho en vida, el político más noble que he conocido, muchos te mostramos cariño mientras te movías entre nosotros, si supieras como tus amigos te seguimos apreciando y cuántas personas que no te llegaron a tratar reconocían tu valor y tu entereza.
Hoy muchos se dan cuenta de lo grande que fuiste, hoy nos damos cuenta de la falta que haces, para tu partido y para tu país. Apreciado hermano y amigo, si al cielo van quienes se dedicaron al bien de los demás, los sensibles, aquellos que no hacían daño a nadie, los nobles, entonces estoy seguro que tienes un rincón privilegiado al lado del Señor. Hasta siempre querido Reinaldo.