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La mujer de las dos cucas: Una historia para reflexionar

Por Alejandro Santana

En una cantina cualquiera, un grupo de amigos disfrutaba de un domingo entre tragos, habaneros y canciones románticas. Benjamín, uno de ellos, demostraba sus dotes de baile mientras la tarde avanzaba y el ron se agotaba. Entre vendedores de pócimas afrodisíacas y limpiabotas, la cantina era un microcosmos de la vida cotidiana.

De repente, una señora irrumpe en el lugar vendiendo cotorras, esas aves parlanchinas que imitan el habla humana. Los parroquianos más cercanos a la puerta se apresuran a comprarlas, dejando a Marcelo, otro de los amigos, sin la suya.

Marcelo, resignado, acuerda con la señora que le lleve dos cotorras a su casa al día siguiente. Al llegar a su hogar, no recuerda nada de lo ocurrido en la cantina. Su esposa, enfermera de profesión, se va a trabajar y lo deja solo.

Mientras se ducha, escucha un insistente llamado a la puerta. Al preguntar quién es, una voz responde: «La mujer de las dos cucas». La curiosidad lo impulsa a abrir la puerta, olvidando por completo su pedido del día anterior.

Lleno de expectación, invita a pasar a la «barbarita», sin imaginar las sorpresas que le esperan.

Reflexiones:

El relato de Alejandro Santana nos invita a reflexionar sobre varios aspectos de la vida:

La mujer de las dos cucas es una historia breve pero llena de significado. Nos invita a reflexionar sobre la importancia de la amistad, la responsabilidad, la memoria y las expectativas. Es un relato que nos recuerda que la vida está llena de sorpresas, algunas agradables y otras no tanto, pero que siempre hay que estar preparados para enfrentarlas.

 

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