En el Areíto del sábado 11 de mayo el presidente de la Academia de Ciencias, el Dr. Luis Scheker Ortiz, publicó un enjundioso ensayo con el título: ¿Podrá la máquina pensante desplazar el cerebro humano?, que me ha motivado a hacer algunas reflexiones que deseo compartir en varios “conversatorios? sabatinos.
Las neurociencias, en la actualidad están enfrascadas en la valoración del impacto de las nuevas tecnologías, principalmente en niños y adolescentes. Para nosotros los ?mayorcitos? de manera lógica el impacto es menor, porque pertenecemos a otra generación menos tecnológica. Esto no significa que tengamos que excluirse, estamos inmersos en la realidad de ?participar o morir?.
Sabemos que a diferencia de otras revoluciones tecnológicas esta actual la ?tecnología social? la Disrupción Tecnológica implica jamás estar solos y nunca aburridos.
La socióloga Sherry Turide del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) describe este fenómeno como la intolerancia a la soledad. Esta moderna condición implica estar desatentos frente a las personas que tenemos alrededor y preferimos conectarnos con el mundo virtual.
Eso ya lo vemos en todos los grupos sociales, en las calles, en las reuniones familiares, en los restaurantes, la oficina, etc.
Cada momento libre lo pasamos con el celular en las manos, con esta evasiva acción, impedimos el conversar, el interactuar físicamente, el que tenga lugar el invaluable pensamiento contemplativo. Recuerdo con nostalgia ese tiempo en que uno se sentaba a meditar en introspección y en íntima conversación personal y de donde surgían las ideas más brillantes. Penosamente esto pertenece a la prehistoria. Está demostrado que el cerebro sereno, es vital para la creatividad y el bienestar.
Sabemos que el estrés crónico de esta tecnológica modernidad, amén de que usamos cada vez menos nuestras memorias cerebrales, todo esto es nocivo para el cerebro, porque impactan negativamente a largo plazo. Alteran y dañan regiones claves de la memoria como el hipocampo y otras áreas como el lóbulo frontal, esas que tienen que ver con los recuerdos, la planificación y nuestra conducta social. ¿Será este estrés oxidativo aumentado, una de las razones del aumento del alzheimer en personas cada vez más jóvenes?
Se acepta que tenemos el mismo cerebro humano de hace 30,000 años, pero los estímulos de la actualidad son enormes, debemos manejarnos con: Facebook, Twitter, Instagram, WhatsApp, Geoogle, mensajes de texto, etc., etc. Pero estamos pagando esa hiperinformación con estrés, insomnios, irritabilidad, menor rendimiento intelectual, agotamiento mental, menor utilidad cognitiva, aislamiento personal, desapegos, etc.
Es decir, que nuestro cerebro en esta modernidad conectado a las multitareas sufre pérdida de la atención. Sustento que un cerebro más concentrado, atento a menos estímulos y desviaciones, que pueda estar enfocado en menos acciones, es un cerebro más feliz y más productivo.
Se ha planteado que las multitareas (multitasking) podrían ser beneficiosas para entrenar nuestros cerebros con mayor capacidad de trabajo, como el paso rápido y eficiente entre actividades, pero está demostrado que las personas que así laboran se dispersan, la mala administración de la atención solo genera improductividad, ansiedad y estrés.
Como padres y abuelos, vemos cómo esta generación está perdiendo la capacidad de conversar, de mirarse a los ojos, de establecer relaciones recíprocas más duraderas. Estamos pagando un precio muy alto por la tecnología.
Es necesario detenerse a pensar, que sucederá por el poco estímulo que hay en la actualidad en fomentar valores sociales como: la empatía, la compasión, el respeto a la privacidad, la solidaridad, la inteligencia emocional en nuestros hijos, cuando la mayoría de las relaciones sociales son de manera virtual muy técnicas y frías, en detrimento de la importante comunicación gestual y la cálida comunicación cara a cara.
¡Ya veremos!