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Opinión: El funcionario público y la proyección de su imagen

En el preciso momento en que una persona pasa a formar parte de algún Poder o Institución del Estado, recae sobre ella una investidura, una especie de traje que lo diferencia del común de los seres humanos.

Esa investidura, como funcionario público, le exige al titular el cumplimiento de una serie de principios éticos y morales, propios de su servicio hacia la sociedad, como servidor que presta sus servicios a nombre y por cuenta de la Administración Pública.

Jose Miguel Medina

La probidad, rectitud, honradez y, en general, la transparencia en sus actos, hacen que la persona que ostente un cargo público, indistintamente de su puesto, dirija sus acciones de la forma más prudente y correcta posible, pues ante todo se encuentra sometido a la rendición de cuentas por parte de todas las personas que son destinatarias de sus servicios.

Actualmente, con la consolidación de las redes sociales, ha sido público y notorio observar hechos lamentables donde funcionarios públicos, por fotos y/ó comentarios publicados en sus perfiles han sido cuestionados por la opinión pública, investigados en el seno de sus trabajos y, en algunos casos, hasta despedidos de sus cargos.
¿Puede un funcionario público, a través de imágenes o comentarios en sus perfiles de redes sociales, expresar libremente lo que piensa?
La respuesta, aunque no sencilla, se podría plantear de la siguiente manera: Depende de cómo proyecte su imagen, ese funcionario público, en las redes sociales.
Si el funcionario crea su cuenta proyectando su imagen como tal y, además, permite que el acceso sea público, pues deberá tener sumo cuidado en la forma en que publica imágenes o comentarios pues, ante todo, su perfil ante los demás no es concebido como un sujeto de derecho privado sino, como se dijo, como esa persona en calidad de servidor público. 
El riesgo se reduce, en el tanto y cuanto, el titular de la cuenta, funcionario público, limite el acceso de su perfil a un grupo selectivo de personas que le brinde cierta confianza.

Por el contrario, si ese funcionario crea una cuenta y proyecta su imagen como el sujeto de derecho privado que es, sin ni siquiera aludir al cargo público que ocupa y, además, esa cuenta la clasifica como privada para que no todas las personas la puedan accesar, el margen de libertad de expresión se amplía lo suficiente, como para poder expresar libremente sus pensamientos.

Por supuesto que, para evitar ambigüedades, ambos escenarios merecen precisiones:
En el primer caso, el funcionario público debe evitar mezclar actividades de su vida privada con las propias de su investidura. 
En caso de no respetarse esa regla podría comprometer su imagen como funcionario, verbigracia, si publica fotos en fiestas con licor de por medio ó bien, como sucede frecuentemente, fotografías de lugares turísticos mientras se encontraba en una gira de trabajo. 
En este último supuesto, recordemos que las giras de trabajo, en la función pública, son costeadas con dinero de los y las costarricenses, de manera que no pueden concebirse, esos viajes, como vacaciones pagadas con fondos propios.
En el segundo caso, la persona titular de la cuenta, aunque no proyecte su imagen como funcionario público, debe guardar la prudencia del caso para evitar publicar imágenes o comentarios que pudieran catalogarse como desleales en contra de la Institución para la cual trabaja e incluso para la labor o misión que tiene como fin el cargo público que representa. 
Recordemos que la libertad de expresión, como todo derecho fundamental, no es de carácter absoluto, lo que implica que tiene límites, muy marcados, en su ejercicio responsable.
Como se observa con claridad, sea como funcionario público ó como sujeto de derecho privado, la proyección de la imagen en las redes sociales define, en mucho, el tipo de persona que es el titular de la cuenta, de ahí la gran importancia a tener en el manejo adecuado de los perfiles.
Recordemos que las redes sociales son, cuestión analógica, como una tarima instalada en vía pública donde cada persona se sube para exponerse ante quien pase por la calle, por lo que todo lo que se haga o diga, en ese escenario, es sujeto de escrutinio público y cuyos resultados pueden colocar, a quien se exhibe, desde una posición de franco éxito hasta el más oscuro y desafortunado de los desenlaces.
Antes de publicar o comentar algo en las redes sociales -seamos funcionarios públicos o no- debemos pensarlo no una, sino varias veces. Nuestra imagen vale mucho.