Por Clemente Terrero
Los militantes comprometidos siempre han luchado por cambios sociales, sin tener en cuenta si la gente se integra o no. En muchos momentos han estado solos en el campo de batalla, mientras que la gente indiferente no se integra, a pesar de que la lucha es por su bien.
Con el tiempo aprendí que no se debe luchar por el que no quiere luchar, la gente por la que se lucha también tiene que hacerlo. No vale la pena luchar por quienes no lo hacen, por quienes no se suman al proceso, porque no quieren poner en riesgo su pellejo. Es un error luchar así.
En muchas ocasiones, los que luchan por defender a los que no lo hacen, han sido reprimidos y atacados sin piedad por las fuerzas reaccionarias, mientras que a los indiferentes no les pasa nada, y en ocasiones pasan convertirse en enemigos del proceso.
De tanto luchar, con el tiempo se aprende a darle importancia a la vida, se entiende que hay que preservarla para seguir luchando, para continuar concientizando a la gente que es necesario integrarse por su propio bien. Para enseñarle al pueblo efectivas estrategias de lucha y técnicas de defenderse de sus opresores, hacerle saber que con su participación es posible cambiar las fallidas estructuras del estado opresor y el Estado de inequidad en que se vive.
Insisto en la necesidad de preservar la integridad del militante, para continuar la lucha, y no hacer lo que se hacía en el pasado, que solo se le exigía sacrificio, pero no se le enseñaba a valorar la vida, sacrificarse para demostrar su valentía.
Con esas erróneas enseñanzas, muchos jóvenes valiosos se perdieron en luchas innecesarias, porque predominaba la idea de que no sacrificarse era un acto de cobardía. Por eso, muchos murieron por su candidez, por su inocencia, por la irresponsabilidad dirigencial. Una demostración de debilidad en la formación revolucionaria.
Educar también es una manera de luchar, es una forma de crear conciencia, de que la lucha solo es posible si se protege la vida. Enseñar que no se tiene que provocar enfrentamiento en condiciones desiguales, en situaciones en que se tiene todas las de perder. Es un suicidio.
Ese tipo de la lucha solo se debe hacer cuando las circunstancias te lo impongan, cuando es atacado de manera sorpresiva, o en aquellos casos donde se necesite defender lo que se ha conquistado, en casos como esos, es necesario echar la lucha.
Hay que luchar con valentía, con firmeza, pero también con cordura, con objetividad, conocer tus debilidades y tus fortalezas, estar consciente de la realidad del momento, de lo que le llaman la coyuntura política
En conclusión, la recomendación es que en lo adelante, sólo luches por los que quieren luchar, no por los que no quieren. Si una persona no lucha por sus derechos, no vale la pena que tu luches por ella, porque corres el riesgo de que se vuelva contra ti.